Semillas

Las semillas de amapola no sólo se encuentran en tiendas especializadas y herbolarios, podemos verlas en comercios más habituales, e incluso poco a poco se ven más productos de panadería que las incluyen entre sus ingredientes.
Son dos las especies de amapola más comunes, y de ambas se usan sus semillas para diferentes usos. La más extendida es la llamada amapola silvestre (Papaver rhoeas), de característico color rojo vivo escarlata y que crece de forma natural, en muchas ocasiones acompañando los cultivos de cereales. La otra variedad es la conocida como adormidera (Papaver somniferum), de colores pálidos, también llamada planta del opio, por el alto contenido en alcaloides que posee su fruto, usado en la industria farmacéutica.Pero las semillas de ambas variedades son inofensivas para el consumo humano. Se localizan dentro de las cápsulas centrales de las flores y se extraen una vez la planta se ha secado. A simple vista parecen diminutos granos de arena de color negro, pero observadas más de cerca se distingue una superficie irregular granulada, y los tonos varían entre grises, pardos y azules. También existen las semillas de amapola blanca, aunque su uso es menos frecuente.

En cuanto a sus propiedades, el consumo de estas semillas resulta además saludable por su contenido en ácidos grasos insaturados, antioxidantes y calcio. Las infusiones realizadas con estas semillas pueden tener un efecto relajante en momentos de ansiedad, e incluso facilitar la expectoración en casos de tos y resfriados.
Quizá el uso más común que se da a estas semillas en todo el mundo sea como ingrediente en panadería, normalmente como parte de las conocidas mezclas de cereales y semillas que cada vez abundan más recubriendo diferentes productos, como los típicos bagels. Es muy habitual su presencia en la panadería centroeuropea, así como en sus recetarios de dulces y postres, destacando especialmente en este campo la tradición de muchas regiones de Europa del Este. En países de Oriente también es un ingrediente común, incorporándose de forma habitual también a platos salados.

Una manera muy sencilla de emplear estas semillas es simplemente añadiendo un par de cucharadas a la masa de un bizcocho o unas galletas. Si no se está acostumbrado a su sabor, lo mejor es empezar aportando un toque ligero para posteriormente ir probando nuevas combinaciones. Al principio puede sorprender la textura, pero personalmente me encanta ese punto crujiente y aromático que da a los productos horneados. Los auténticos entusiastas se pueden mezclar con mantequilla derretida, miel o azúcar hasta crear una pasta untuosa con la que rellenar bollos o pastas.
En preparaciones saladas también ofrecen mucho juego en la cocina. Por ejemplo, las podemos añadir a los cereales de desayuno, espolvorear directamente sobre ensaladas o incorporarlas a una vinagreta, siendo recomendable en estos casos tostarlas ligeramente primero para que adquieran un mejor aroma. Las semillas de amapola no sólo nos permiten crear nuevos sabores y texturas sino que además crean efectos visualmente muy atractivos gracias a sus características.

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